Crónicas del Carnaval de Herencia 1ª parte

El Ofertorio de Animas, Fiesta de Animas o Carnavales…

El Ofertorio de Animas, Fiesta de Animas o Carnavales, que de esas formas solemos denominar, no muy correctamente, a los festejos celebrados en los tres días anteriores al miércoles de ceniza, tuvieron y tienen una gran raigambre folklórica entre las gentes de Herencia.

Bajo unas motivaciones originariamente religiosas, cuales son los cultos en favor de las almas de los familiares fallecidos, así como la preparación espiritual para la Cuaresma, se construye un mundo ficticio, pasajero y terrenal, en el que la vida, el jolgorio y la francachela prevalecen sobre aquellas motivaciones. Son fiestas de locura, fiestas de jarana, antesala de la primavera, origen también de la comedia, de la sátira, inundación del sarcasmo y el desenfreno (que en su justa medida tengan prolongada existencia),todo ello bajo un subconsciente moral, oculto a sabiendas, cómo una travesura o una zancadilla a las leyes divinas y humanas, constituyen tal vez la sal y pimienta necesarias en el transcurrir monótono, las más de las veces, de nuestros quehaceres.

Sin duda que debe ser así, a tenor de las respuestas que he obtenido de viejos, y no tan viejos, del lugar. Respuestas que hablan de que, por carnavales, conoció y enamoró al que hoy es su marido y padre de sus hijos Que hablan con bendito orgullo de la ristra de ajos que ofrecieron de por lo menos, arroba y pico. Que hablan, y lo hacen con los ojos encandilados, al referirse a las murgas, al «puñao», al «ofrecitorio», a la rosca utrera, a los «domingos de las deseosas» y de «piñata», a las máscaras ….Que hablan de tantas historias y con tanto entusiasmo, que uno no tiene por menos que calificar todo esto como un prodigio. Como tal, y con la tristeza de no haber podido ser testigo de algunos de los hechos, pretendo ser notario de esas manifestaciones.

Es difícil concretar el comienzo de los carnavales con una fecha determinada. Si bien no se puede exagerar, como dicen algunos mediterráneos de sus fiestas, que se preparan desde el día siguiente al de la finalización de las anteriores, es bien cierto que una vez pasadas las fiestas navideñas, ya se van trabajando los carnavales: reuniones con los distintos gremios en el Ayuntamiento, carrozas que se van fraguando en algunos corrales, programas que se van confeccionando, reparaciones en salas de fiestas, pintura o cal en fachadas y, sobre todo, la ilusión personal de cada herenciano para estas fiestas.

 

Y es que resulta que esto forma parte de nuestro acervo inexpropiable. A pesar de la legislación vigente en otros años, presiones civiles por motivos de orden público, peligrosidad criminal, desmanes…-, a pesar del descontento, lógico por otra parte, de las autoridades eclesiásticas, al no concordar el espíritu general de las fiestas con su sentido intrínsecamente religioso . A pesar del tremendo azote que ha supuesto para esta localidad la emigración, con las secuelas de desánimo que ello produce. A pesar de los calendarios laborales tendentes a reducir fiestas, especialmente de tipo local. A pesar de éstas y otras muchas pesares, aquí, en este rincón de La Mancha, en la agonía de los Montes de Toledo, aquí, digo, se mantienen los festejos que dedican plegarias por las ánimas del Purgatorio, por una parte, y, por otra, ensalzan cada año las iniciativas folklóricas de los vivos en las manifestaciones más populares de sus vecinos.

Relativo a las presiones civiles, no se debe pasar por alto la circular prohibitiva de estas fiestas, dictada por el gobernador, siendo la respuesta, al parecer, en los términos que extraigo literalmente del discurso «Herencia, vista por un herenciano ejerciente», de D. Luis Martínez Calcerrada, «…se contestó, muy respetuosamente, que en Herencia los carnavales eran intocables, que la protección de las Animas de siempre habían evitado cualquier desenlace…»

El domingo anterior al de carnaval empieza la fiesta. Es el «Domingo de las Deseosas», calificativo que es obvio analizar antes, incluso, de que el Ayuntamiento proceda a la invitación general al pueblo, aparece por calles y plazas el símbolo indeleble del carnaval:la máscara..

El espíritu del enmascarado no significa, por estas tierras nuestras, el deseo de«vacunarse» contra los malos espíritus, ni, contra el miedo respetuoso al más allá, ni siquiera encierra la sana idea de recibir con esperanza , la primavera que se acerca, como eje de las cosechas del campo. Nuestro carácter es querámoslo o no, retorcido, propicio a la máscara, transcurre por los derroteros que tal vez Freud,o algún otro sicoanalista, hubiera podido descifrar. Encuentro que la máscara, además del deseo de diversión propio de estas fiestas encierra bajo la careta mucho de frustraciones, actitudes de reto al yo personal y conductas harto elogiables si constituyeran la norma de los restantes días del año.

Lo cierto es que en el «Domingo de las Deseosas» se busca en el fondo del baúl aquel traje de novia de la abuela, o aquella chistera del abuelo, el mantón de Manila de los años mozos o la guerrera que fue testigo de la sangre derramada en Cuba. Cualquier prenda más la careta de monstruo, cerdo, princesa, gordinflón, bigotudo, o simplemente un visillo son válidos para constituir lo que se llama una máscara, que portará asimismo un cepillo, una pandereta, un abanico o un bastón. Y, sobre todo, la emoción de saberse no conocido.

Durante la «Semana de tambores», periodo de tiempo entre el «Domingo de las Deseosas» y el domingo de carnaval, se celebran por las tardes los diversos pasacalles, protagonizados por los distintos gremios de la población. Son los llamados «refrescos». Es el desfile sucesivo de los gremios de panaderos, hortelanos, comerciantes, albañiles, Ayuntamiento, etc. mediante el cual, además de invitar cada gremio al resto de los gremios, se hace patente la participación de todos en la fiesta de todos. Esos pasacalles estarán integrados por los siguientes personajes o figuras: abrirá la marcha la chiquillería que huye antes asustada, ahora no tanto del látigo de Perlé, que es la figura, a la sazón, malvada y satánica, que por contra, protege. de la chiquillada el orden del desfile, así como su transcurso: «Perlé, ¿por dónde? -Por la botica de Conde». A continuación, los gigantes y cabezudos constituirán la nota graciosa para los mayores y la curiosidad o el miedo para los pequeños. Después la banda de música, que interpretará alegres composiciones propias del momento. Las «jinetas», las autoridades, tanto las corporativas como las del gremio respectivo, así como otros invitados o allegados, cerrarán el desfile, con gran cantidad de espectadores en las esquinas de las calles o en los umbrales de las casas. La meta de la ceremonia será la degustación por los participantes, en un lugar determinado, de confituras y bebidas diversas.

Las «amas», en su sentido popular, las «amas de casa», en el sentido que impera por estos tiempos, van a interpretar un papel importante en este espectáculo llamado Carnaval. En esta misma «Semana de tambores», por la abnegación y entrega total que caracteriza a las madres, van a dedicar horas y horas en las cocinas o en los hornos de los panaderos, hasta lograr llenar cestos repletos de magdalenas, perrunillas, postres especiales…destacándose en estas fechas la elaboración de la exquisita rosca utrera, así como los no menos deliciosos buñuelos.

En llegando a este punto hay que hacer, por ser obligada, una observación: no participarán en ninguno de los festejos relatados ni en los que se han de relatar, salvo bulas muy excepcionales, ninguno de los miembros familiares que hayan tenido que lamentar el fallecimiento de algún pariente, obedeciendo a imperativos de las costumbres-leyes morales, hasta pasado el segundo aniversario en familiares de tercer grado, el cuarto aniversario para los de segundo grado y el décimo aniversario para los de primer grado. En caso de viudas, la que no «andó», eso que se perdió. (B.O.M.ná163,de 31-II-1748,Art.141 y s.s.).

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Autor: Jesús Sanchez Aguilera

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