Aquella Mascara del Carnaval

Tres de la madrugada, minuto arriba minuto abajo, y hacia treinta  que notaba cierta, bueno yo diría mucha inquietud y alguna ansiedad. Recordé por un momento que algo parecido sentí el año pasado, lo pensé mejor y resulta que las mismas sensaciones tuve en el otro, en el otro y en el otro, así hasta un total de unos ocho años, casi tres trienios, perdón por la deformación profesional.

Pero situemos la escena. Panda de Herencia, final de la barra con dos mastines guardando el territorio: Jose María y Juande, música a todo gas, gin tónic en mano, Lola dirigiendo » Paquito el chocolatero», M. Conchi y Rosa poniendo en practica las enseñanzas de academia y la puta puñeta de tener que ir a por los tickets de bebida. Debo ser un poco inútil pero hay tres cosas que no termino de dominar. Me refiero a sacar del expendedor el ticket de la hora, no se porqué agujero meterla; a pagar con tarjeta el peaje, que sí sé el agujero pero lo que es peor no llego al tratar de que el coche no se roze; y como ya enuncié comprar los ticket para las consumiciones: Wiski de importación, wiski nacional con coca-cola, combinado normal, Bacardi, etc. Un lio si tenemos en cuenta que no todo el mundo pide el mismo tipo de combinación. Siempre he admirado a los que después de una brisca se ponen a contar los puntos de las cartas del amigo Fournier, Don Heraclio, y en un pis-pas contado y acabado. Como veis estoy hablando del Palacio de Carnaval. Que por qué lo se ? . Lo acabo de decir : no encuentro el agujero, cuando lo encuentro no llego y cuando llego las copas han surtido efecto y no tengo ganas. No cabe duda hablo del carnaval y de sus auténticas señas de identidad, al menos del primigenio carnaval : lujuria, erotismo, impudicia, liviandad, obscenidad, lividinez, voluptuosidad, incontinencia, deshonestidad y concupiscencia. CARNAVAL, CARNAVAL, CARNAVAL TE QUIERO………Abandono por un momento el Palacio de Carnaval y declaro para conocimiento general que si a los herencianos algo nos identifica con nuestro pueblo, aparte del pueblo mismo, son las fiestas de Carnaval. Quién en estos días previos al miércoles de ceniza, no ha faltado al trabajo, ha consumido vacaciones o, incluso, no ha concurrido a los entonces «exámenes de febrero» con tal de no faltar a las fiestas. Es como si un hormigueo recorriese el cuerpo con semanas de antelación. Se aprovecha para invitar a amigos con la seguridades de que la fiesta no va a defraudar. En cierto modo los autóctonos nos trasformamos y al igual que en Navidad nos llenamos de amor y de bondad, el Carnaval nos engrandece por la vía de la tolerancia pues de eso se trata, de no perder la compostura, de aguantar lo que te echen encima y, a ser posible, con una sonrisa en la boca. Reconozco que a veces cuesta en la medida que hay, muy pocos, máscaras que confunden la velocidad con el tocino.Pero lo cierto es que nuestra fiesta ha evolucionado, de modo que los que hemos cruzado la frontera de los 60, estamos en condiciones de distinguir dos Carnavales: los de antes y los de ahora. Eso sí, con el mismo espíritu de radical diversión, yo diría que con avariciosa diversión y una muy notable participación.

A mí, que me gusta la evolución y el cambio de lo que merece ser cambiado, tengo que decir que sí tuviese que elegir elegiría los dos Carnavales, concretados en una fórmula única para cuya consecución pondría a trabajar a todos eses animadores sociales que, de modo espontáneo y por propia iniciativa, tiran de bandas, chirigotas, carrozas, etc., que son la base del actual Carnaval.Además y no es mérito menor, estas fiestas supieron compatibilizarse con las exigencias coactivas y represoras de las autoridades franquistas. Lo han hecho de la manera más inteligente: «aliandose con el enemigo», de modo que la faz pagana fue ocultada por un manto religioso que en sus mejores años recogía la foto fija de autoridades civiles y religiosas bajo palio y en todos la manta paseada entre la multitud reclamando la iglesia su revolucionario impuesto cual diezmos y primicias se tratase.

Lo cierto es que los que hemos cruzado holgadamente la frontera de las seis décadas de edad nos permite el lujo de haber vivido esos dos carnavales. Ambos tienen su «pa que». Eran los tiempos del «baile de los señoritos» en el Casino y del «baile del Zucho», más interclasista, con su estufa de palos y el promotor Eugenio al frente del negocio. Es esta una sala que me trae especiales recuerdos en la medida que puede que el paso definitivo de un noviazgo en ciernes se fraguase en una imperceptible escena de celos inteligentemente fraguada por servidor y que fue la espoleta capaz de provocar una atención más interesada en X hacia mi persona. Aquello fue el banderín de salida a una carrera que mereció la pena ser vivida: indescriptible, inmensa, colosal,apabullante, satisfactoria, tierna y muchas cosas más. Hablo, claro está de esa etapa que los clásicos llaman noviazgo. Etapa que de prolongarse….quedaríamos exhaustos, maltrechos y obnubilados. Pero ya se sabe algunos preferimos morir de «eso» que de sencillos. No se hable mas voy a proponer a los partidos políticos que quien meta en su programa la declaración del estado de sitio digo de noviazgo durante toda la vida en pareja tendrá nuestro desinteresado voto.

La Atanagra en el Mari Rosa
La Atanagra en el Mari Rosa

Si nos remontamos unos años más atrás, topamos de bruces con «La Tanagra» y sus dos filas de columnas en torno a las que giraban al ritmo de 1-2-2-3 las parejas de hombre-mujer y de mujer-mujer. Puede que sea algo siniestro pero no puedo dejar de pensar, cuando recuerdo esté salón, en los presos enloquecidos o a punto de estarlo dando vueltas miméticamente en esa cárcel tan bien retratada en el «Expreso de medianoche». Los nuevos tiempos nos han traído formas distintas de practicar las danzas ancestrales en versión moderna. Porque eso y no otra cosa son los bailes modernos. De acogernos , con alguna excepción muy puntual, se ha hecho cargo el Palacio de Carnaval.

Sería difícil apostar por un tipo de carnaval. Puede que cierta nostalgia dé más recorrido a la antigua versión. Pero cómo negar los indiscutibles altos niveles de participación, especialmente la juventud, que se disfrutan en estos momentos. Hoy la práctica totalidad de jóvenes y menos jóvenes están directamente implicados en la fiesta de forma activa.
Recuerdo, puede que hayan pasado 50 años, que eran las 4 de la madrugada, algunos paisanos se acercaron al Presidente del Casino, a la sazón bailando con su esposa, y le pidieron que se prolongase el baile. El ambiente era inolvidable, por lo que la reacción del Presiente fue inmediata: «Pocovi» , era el nombre del director y de la propia orquesta, el Presidente voceó más fuerte para llamar su atención, distraído como estaba el director dirigiendo el clásico de los clásicos entre lo bailable: EN FORMA. Por fin el grito llegó alto y claro: «Pocoviiiii,hasta que amañane». Ese momento lo tengo grabado en mis recuerdo a sangre y fuego. Acababa de oír al capitán de un barco dirigiendo los cañones de popa hacia el peor enemigo de unas fiestas: el aburrimiento. Ese capitán, o eso me pareció a mi, era mi padre.

Pocovi y su orquesta se disponían a tocar en armonía con los deseos unánimes de todos los presentes, cuando elevándose lentamente peldaño a peldaño surgió la majestuosa figura de Líta del Castillo: vestido de lentejuelas ajustado, mejor pegado, al cuerpo. El corsé a punto de estallar, los turgentes pechos de Lita residían más fuera que dentro del encorsetado vestido y unos guante blancos que cubrían sus rotundas y apretadas carnes hasta el antebrazo. Su lenta puesta en escena la elevo a categoría de diosa, que digo, más aún, parecía RIta Hayworth en persona; me refiero a la Rita de Gilda en ese momento cumbre en el que interpreta Amanda. En esta ocasión vamos a dejar en paz la leche que le da Glen Ford y que como es obra de arte no la calificamos de maltrato; uf, no se , no se. Recordemos que entonces la figura en el baile de la «animadora» era una cuestión de prestigio para los organizadores. Por fin Rita se arranco logrando imponer por encima de la algarabía carnavalesca un silencio que a primera vista pareció un respiro y más tarde, definitivamente un respeto a una diva pueblerina y con muchas tablas. A medida que avanzaba la canción, los pechos se habían recolocado desapareciendo lo que parecía inminente: un estallido social. Esto último, lo de social, no viene a cuento, pero como pega. Vamos es eso que llama » licencia literaria». Ah se me olvidaba la canción de Rita resulto ser la única posible dadas las circunstancias: «…ama, amame mucho, como si fuera esta noche la última vez,……»

No fue la ultima, muchos años después me encuentro dispuesto para el Carnaval de 2013. Un año más me preparo para otro fin de semana carnavalesco. Lo afronto con la misma ilusión de siempre, pero más sosegado y siendo consciente que el gas que me queda debo administrarlo con determinación al tiempo que con prudencia. Esto es, no dejar combustible en la recámara y tampoco pasarme. Es esta una maniobra que terminas dominando y practicando como factor de supervivencia.

Termine como empece, en el Palacio de Carnaval. Debe ser o quizá no, que de un tiempo a está parte tiendo a dar más importancia a las pequeñas cosas, que por otra parte son las que generalmente te ocurren.
Decía que durante unos 8 años……….No se cómo ocurrió pero ocurrió , hace años, no tantos, en el rincón de los mastines se detuvo a darnos la lata con el clásico no me conoces un grupo de máscaras/os. A mi reconozco que me gusta y con el paso del tiempo he pasado de una actitud activa a una pasiva, de disfrazarme a no hacerlo. Esta segunda actitud es un buen termómetro para medir lo que se piensa de ti. En concreto, a través de estas charlas carnavalescas donde un interlocutor juega con la ventaja del anonimato, he podido saber que en lo esencial se ha entendido mi paso por la política, claro que no en todos los casos pues hay quien me ha dicho que he cambiado de chaqueta. Reconozco que aunque el tiempo atempera las actitudes siempre he tratado de ser coherente en mi vida……bueno corto que eso ya no es Carnaval.

Pasado el momento del «…hay que torpe que no me conoces…».y del baile mascaril de todos contra todos, una máscara rezagada se dirige a mi cogiendome suavemente por el brazo, llevándome a la barra bajo la atenta mirada de los mastines y me pide que le invite a un gin- tónic . De lo que no cabía dudas era que la iniciativa la llevaba la máscara enigmática. Pedí dos gin dejando el que ya tenía a medias medio aguado; maldita costumbre la de ponerte las tónicas del tiempo. La ocasión requería la solemnidad de copa nueva. La máscara alzo la voz hasta dejarse oír frente a los decibelios musicales, pego su boca a mi oído y a medida que avanzaba me iba transfigurando. En mi vida había escuchado algo igual, el corazón me empezó a bombear a 120 por minuto. » Año tras año te observo por Herencia, trato de acercarme a tu grupo en la barra de los bares en un imposible y he llegado a la conclusión que es aquí y ahora, año tras año, donde tengo mi oportunidad de tenerte cerca. Te quiero y me encanta lo que conozco de ti».Os podéis imaginar como se siente uno al oír tamaña declaración y más los que somos peliculeros de los de contar películas no de los de cortar los pelos del culo. Más o menos la escena se desarrolló así. La máscara desapareció como había venido: esfumandose, lo que en los tiempos que corren es una virtud. Convulsión, eso es lo que experimente. Después me entro la duda y como había oído hablar de gato por liebre, me dije de volver a ocurrir tengo que averiguar sí chica o chico. Pero como hacerlo ante persona con un planteamiento absolutamente tan platónico; descarte el método directo de mano en pecho. No me veía palpando como un pulpo. Me la jugaba fiado de mi intuición que tan buena suerte me había dado durante toda mi vida. Mss X que no se le escapa una y que sí yo fuese Obama la nombraría directora de la CIA, me pregunto que quien era la máscara y conteste a grandes rasgos sin profundizar demasiado.

Aquella mascara
Aquella mascara

El año transcurrió con ratos de emoción y ratos de rutina. Pero no voy a negar que el suceso me afecto. Es ese un mundo , el de la ficción con unas gotas de realidad en que me gusta desenvolverme. Me gusta ser espadachín al servicio de causas nobles, bandolero de los del tópico del trabuco que roba a los ricos para dárselo a los pobres, sin comisiones en Suiza y sobretodo pirata. A estos últimos los trato y además han tenido el detalle de considerarme de ellos: Ángel, Víctor y José Manuel, gracias por contar con un pirata de pata de palo digo de goma.

Durante 7 años más la escena se desarrolló en parecidos términos, si bien para estar a la misma altura tuve que arriesgar un poco más. Ni una promesa y ni una exigencia. Sencillamente era amor platónico puro y duro, en el que un día al año se produce una descarga de sentimientos y el resto del año se mete el corazón en un convento de clausura. Con la cara tapada y las curvas corporales disimuladas con esos sayones de máscara anti lujuria lo que valoras es el intelecto, la dulzura, la amabilidad, ctc. Digamos que nos igualamos poniendo el contador a cero.

Finalmente, como decía antes a unos 8 años del primer encuentro, el personal de la panda estaba más atento al puntual encuentro anual e incluso habían averiguado de quien se trataba. En efecto, a la hora convenida por la costumbre apareció resplandeciente la máscara que repartía ilusión, hicimos la operación habitual pero en esta ocasión el primero que hablo fui yo: estas » brujas»( mis amigas del alma) te conocen y aunque las veas desimulando están pendientes de ti que a mi me tienen muy visto. Me tomo la mano, la apretó , más bien un fuerte apretón, se dejó entero el habitual gin-tónic de Larios y salió corriendo. Nunca más a vuelto y yo se que nunca más lo hará . No le pongo cara y me alegro, es como jugar a la ruleta rusa. A veces estando en el JM advierto una ligera brisa inexplicable al estar dudas las puertas cerradas que me produce un suave escalofrío. Yo se bien de que se trata,pero tambien se que que la corriente se apaga lentamente. Como Debe Ser (CDS)

Son historias en cierto modo carnavalescas con todos sus ingredientes: aventura, atrevimiento, hazaña, peripecia, riesgo, flirt, romance,ctc,.., que en mi opinión en algún momento merecen ser vividas. El reducto de la imaginación, de la memoria y de los sentimientos es esa zona que debemos en lo posible salvaguardar. Como he dicho en alguna ocasión aprender a fortalecer nuestro yo y nuestra estima por lo que pueda pasar.

Como las películas: «JL G-C continúa felizmente casado con Mss X ( sin GAL) y los sábados de Carnaval después de la habitual cena en la gasolinera se dejan caer por el Palacio y hacer parada en el rincón de los mastines, por cierto cada día más gruñones. No cabe duda les falta una aventura , aunque me temo que los mastines son más prácticos. Por mi parte, año tras año, me sigo acordando del día que se rompió el embrujo y cenicienta salió corriendo. En esta ocasión sin perder el zapato.

( DEDICATORIA: a la máscara decidida y romántica con cuyo sugerente comportamiento me ha permitido poder contar las esencias históricas del Carnaval ./ También a los tres piratas mencionados y muy especialmente de ellos a Ángel, que no podrá estar entre nosotros estos carnavales. Te lo contamos.)/
Esta nota fue publicada el sábado pero me dicen que la inclusión de una foto distorsiono el resultado.

Aquella Mascara del Carnaval de Herencia

Autor: José Luis Gómez-Calcerrada Gascón

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