Etapa 19. Perlé en el Pont du Gard

“Ese es el cuerpo de Grisóstomo, que fue único en el ingenio, sólo en la cortesía, extremo en la gentileza, fénix en la amistad, magnífico sin tasa, grave sin presunción, alegre sin bajeza, y finalmente, primero en todo lo que es ser bueno, y sin segundo en todo lo que fue sr desdichado.”
(Cap. XIII, 1ª parte de “El Quijote”)

Etapa 19 - Perlé  por el mundo
Etapa 19 – Perlé por el mundo

Elías, iniciamos semana y mes en el progreso de tu aventura. En territorio francés pasas del departamento de Hèrault al de Gard. Y como objetivo desde hace unos días está visitar el Ponte du Gard, de cuya historia hablaremos más adelante. Un momento inolvidable recibir tu video donde interpretas sones populares con tu clarinete, en mitad de la naturaleza y como el fondo el citado puente. Medio mes desde que tus sones se hicieron escuchar en la Sierra de Albarracín, y hoy se han oído en un entorno mágico del Mediodía Francés. Y como no, en el video un saludo a todos los que siguen tus audaces movimientos.

Inicias la etapa en Montpellier y te introduces en el interior de la geografía francesa, perdiendo de vista en el día de hoy a tu compañero de fatigas el Mar Mediterráneo. Cambias de provincia (departamento), una más a sumar a la relación de topónimos que se van registrando en tu marchar en bici.

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Llegas a Marguerittes, localidad donde se encuentra el Pont du Gard. Este puente es realmente un acueducto mandado construir por Agripa en el siglo I d. C. durante la ocupación romana. Está construido en tres niveles, tiene 49 metros de alto y el nivel más largo tiene 275 metros de longitud y 56 arcos en total.

Su función en su origen era llevar el agua a través del pequeño valle del Gardon (de ahí el nombre de Gard) desde los nacimientos acuíferos cercanos a Uzès hasta la ciudad romana de Nemausus (actual Nîmes). Fue construido por completo sin emplear argamasa. Las piedras del acueducto, algunas de las cuales pesan hasta seis toneladas, se mantienen unidas por grapas de hierro. La mampostería fue elevada hasta su sitio mediante poleas accionadas por muchos hombres.

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Desde 1985 el Pont du Gard está registrado como Patrimonio de la Humanidad.

Tras el inigualable contacto con la naturaleza sigues tu ruta y pasas por dos pequeñas poblaciones: Remoulins y Castillon du Gard (ambas con un millar aproximado de almas como población).

Dejas a un lado la ciudad Nimes, centro neurálgico de toda esta zona. Toda esta comarca sirvió de asentamiento al pueblo galo. Posteriormente sufrió un cúmulo de invasiones a lo largo de toda la historia: Tras la conquista romana cayó en poder de los visigodos, algo más de dos siglos después fue conquistada por los musulmanes a los visigodos, a mediados del siglo VIII pasó a los carolingios y fue sede de un condado. Habría que esperar hasta el siglo XIII para que fuese incorporada a la Corona Frances.

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Como destino de esta etapa llegas a la villa de Uzès, con una población similar a la de Herencia. Su origen no es otro que una villa gala (como la de Asterix y Obélix), y a lo largo de su historia ha sufrido varias guerras de religión por estar habitada durante siglos por judíos y por una comunidad de cátaros.

Este municipio está rodeado de vides y garrigas, y de él es de donde provenía el agua que abastecía a la ciudad de Nîmes a través del anteriormente glosado Pont du Gard.

Una etapa larga que acabas muy tarde y en condiciones extremas. Sin apenas luz, por falta de batería en la lámpara que llevas en la linterna del casco, pedaleas los últimos 15 kilómetros hasta llegar a tu lugar de descanso.

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Oscuridad total por una zona boscosa, rodeada de montañas, con un silencio inmenso que te entraba por todos los poros de tu piel. “Muy bonito” lo describes, pero también “muy al límite”.

Llegas a las afueras de Uzès, a una casa de campo “muy bonita y muy francesa” donde te espera la señora Guarch, que ya estaba inquieta porque no llegabas y que te dará cena y hospedaje acogidos ambos al sistema del couchsurfing. Cuando te recompones y ves el plato de pasta que te ha preparado tu anfitriona sientes que “se te escapan las lágrimas”.

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Tus últimas palabras para esta etapa lo dicen todo: “una odisea llegar aquí” y “un ejercicio total de templanza”.

Elias nos graba un vídeo en Pont du Gard

Por Ángel Martín-Fontecha Guijarro

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