“… porque ninguna cosa puso la naturaleza en Dulcinea que no fuese perfecta y bien acabada; y así, si tuviera cien lunares como el que dices, en ella no fueran lunares, sino lunas y estrellas resplandecientes.”
(Cap. X, 2ª parte de “El Quijote”)
Qué decir del momento vivido escuchándote anoche (bien tarde, por cierto) una vez acomodado en la casa que la Señora Guarch te tenía preparada. Tengo guardado todos tus audios, pero el del día de ayer fue uno de los más impactantes que he recibido hasta ahora de ti, amigo Elías. Todavía tengo en mi mente oírte decir que terminaste al límite y que fue una odisea encontrar el destino. Cuando acabes tu aventura nos sentaremos a escuchar estos audios y quizá recuerdes el momento en el que sólo tu templanza fue lo que te mantuvo firme hacia tu destino.
Preparándote para partir desde la localidad de Uzès conoces a un dibujante satírico con el que compartes conversación y te enseña algunos de sus trabajos. Colabora con numerosas revistas de humor francesas y, entre ellas, la conocida por causas trágicas Charlie Hebdo.
Vuelves por tus pasos para dirigirte a la ciudad destino de hoy, la sin par Avignon. Pequeñas aldeas entre la naturaleza boscosa que te rodea son testigos de tu pasar en esta nueva etapa estival. Les Croisèes (perteneciente a la localidad de Castillon du Gard que ya conociste ayer) y Remoulins (que también atravesaste ayer) son algunas de esas pequeñas poblaciones que jalonan tu camino; y el majestuoso Ponte du Gard te despide marcándote el camino hacia el final de la etapa de hoy.
Y así llegas a Saze, última localidad del departamento de Gard, que te abre la puerta a una provincia, la de Vaucluse, con capital en Avignon. Te mueves en la región geográfica de Provenza-Alpes-Costa Azul, menudo pack de sensaciones.
Paras en un McDonald, lugar que ya tienes como referencia para conseguir la señas wi-fi para enviar tus experiencias y ese trago de agua refrescante en tu jornada.
Antes de llegar a esa ciudad dejas de lado otras pequeñas localidades como La Louviane o Les Angles. Y por fin llegas a Avignon, que se encuentra situada en la margen izquierda del río Ródano (uno de los grandes ríos de la Europa Central, que discurre por Suiza y Francia con una longitud de 812 km). Como no, tras cruzar el río por uno de sus puentes Penélope es inmortalizada ante el curso de las aguas.
En uno de los giros que te ofrece la carretera antes de llegar a tu destino un escalofrío recorre tu cuerpo y se te ponen “los pelos de puntas” al divisar “unas montañas conmovedoras al frente”. Se trata de las primeras estribaciones de los Alpes que sabes que en unos días tendrás que escalarlas. Esa es tu más próxima Ítaca.
Y llegas a Avignon, donde conoces a un italiano con el que compartes tus primeras impresiones de la ciudad y que te aconseja no dejar de visitarla. Vislumbras cantidad de militares por la ciudad, lo que te da una señal del azote que está recibiendo el país vecino con el terrorismo cruel y como la seguridad se ha convertido en el mayor objetivo del gobierno francés.
Aviñón (en castellano) es actualmente un importante centro administrativo, además de un escaparate artístico y cultural de primer orden, de tal manera que el centro de esta capital está declarado como Patrimonio de la Humanidad por la Unesco.
El origen de la ciudad es el peñón Des Doms, sobre el que se asienta. Se trata de una roca de gran valor defensivo y estratégico que fue fortificada. A la ciudad se le conoce por apodos como “villa del río” o “villa del viento violento”. Su importancia histórica se acrecentó sobre manera en el siglo XIV cuando la llegada de los Papas transformó a Aviñón en una segunda Roma. Tierra de asilo, la ciudad atrajo a los extranjeros, negociantes, exiliados, banqueros, artistas y religiosos de toda Europa. Incluso aquellos que eran perseguidos encontraban cobijo en esta metrópoli, como el poeta Petrarca.
Entre su patrimonio artístico destaca el Palacio Papal, que es la más grande de las construcciones góticas de la Edad Media, de un tamaño superior a los 15.000 m2. Por debajo de este destacado edificio gótico, quedan el Petit Palais y la catedral románica de Notre-Dame-des-Doms.
Por supuesto una de las imágenes más típicas de Avignon son sus murallas medievales, en buen estado de conservación.
Reventado de la faena diaria te dispones a acampar, aunque decides, por la comodidad, preguntar la tarifa en un establecimiento hostelero de la ciudad. Te piden 22 €, algo inalcanzable para ti. Sin embargo, una mujer que atiende a la escena te propone que te quedes pagando 10 € que ella pagará el resto. Esa es la hospitalidad, que ya se hace normal, que estás recibiendo por todos los puntos de tu aventura.
Por si fuese poco, dos amigos te ofrecen alojamiento para la etapa de mañana en una localidad que se encuentra en tu objetivo más próximo. Como vemos el día no puede acabar mejor.
Un saludo Elías, mañana por la mañana a disfrutar de Avignon y luego a seguir tu marcha de la que todos estamos expectantes.
Por Ángel Martín-Fontecha Guijarro
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